IDENTIDADES Y OTRAS PERTENENCIAS
Volvamos a la tribu |
Con el tema tan en boga de los nacionalismos e identidades varias y que tantas fatalidades ha traído a toda la humanidad desde el principio de los tiempos, se puede comprobar, con algunos datos, que todo ello es un sistema acomodaticio de la persona humana en la búsqueda de su pertenencia al grupo.
Las identidades crecen y se forjan en torno a unos lugares, divisiones o límites, generalmente administrativos, y de ahí a cantar las grandes virtudes (o defectos) de tal o cual grupo o sociedad va un santiamén. Una identidad marcada la mayoría de las veces por la de la capital o del núcleo más importante, que es quien capitaliza la mayor parte de los signos, al haber más gente y por ende, más movimiento, más dinamismo, más riqueza y mayor protagonismo en todos los frentes. Y en los últimos tiempos apoyada en esos medios de comunicación masivos que hacen una labor colonizadora como nunca se ha visto.
Como nos devanamos el seso |
Este desarrollo identitario podemos verlo a nivel nacional en el proceso de afianzamiento en las divisiones administrativas de las 'autonomías'. Entes que se crearon –muchos de ellos- para repartir el café, pero que ahora ya tienen "unos valores inequívocos", sus banderas, sus himnos, sus propios caracteres identitarios, …y de toda la vida. Estas consideraciones sobre “sentido de pertenencia” o “sentimiento de identidad” son visibles en algunas provincias, como Santander y Logroño, territorios históricamente castellanos y actualmente autonomías de Cantabria y Rioja.
En la actualidad, en Aragón también se va viendo crecer esa nueva identidad comarcana, que en algunos casos, poco a poco va cuajando como algo ideal y más allá del mero carácter administrativo.
LAS PROVINCIAS. UN EJEMPLO
Pero el ejemplo más real y consolidado de identidad y pertenencia colectiva y asumido ya por todos, debido a los años en ejercicio, es el de las provincias.
Pero el ejemplo más real y consolidado de identidad y pertenencia colectiva y asumido ya por todos, debido a los años en ejercicio, es el de las provincias.
Proyecto de Jose Bonaparte de 1810 |
Una identidad esta que muchas veces roza en lo más ridículo de los tópicos y que encasilla a las personas o sociedad por su nacimiento o su hábitat... pues si eres turolense (por ejemplo), o de la sierra, ya eres de una manera determinada, con unos rasgos específicos, un carácter concreto, y sobre todo con unas aspiraciones y anhelos delimitados. Y no digamos si has nacido en esos lugares donde el RH es lo más de lo más.
• Da igual que seas de Loscos, o que hayas nacido en San Agustín, o en Lledó, por nombrar tres ejemplos.
• Da igual que te hayas ido nada más nacer y lleves viviendo toda la vida en Galicia, por ejemplo.
• Da igual que tus padres sean extremeños de origen, pero que por razones de trabajo, te parieron en la mina y ahora vives y trabajas en una estación de esquí de Andorra la Vella, por ejemplo.
Da igual. Eres turolense con todas las consecuencias. Para todo y para todos. Incluso para uno mismo, con lo que asumes esa serie de tópicos inherentes a esa identidad y hasta te parecen bien y hasta crees que son de verdad. Y hasta tú te ves así.
Y nada más lejos de la realidad que hacer un 'pack identitario' por la razón de nacimiento o por otra causa, -y que quede claro que cada uno es libre de sentirse lo que quiera y de donde quiera-; pero otra cosa es que alguien te adjudique ese ‘pack’, así sin más.
La exigencia burocrática de la división en territorios se ha hecho en los últimos tiempos con criterios administrativos (recaudatorios) o de otro tipo, pero nunca con criterios identitarios solamente.
En cuanto a las denominaciones simbólicas de la división provincial, redactada al inicio del proceso no existía ni Extremadura, ni Andalucía, ni Castilla la Nueva, ni Castilla la Vieja, ni siquiera las denominadas Provincias Vascongadas unidas institucionalmente, ni correspondían a entidades que anteriormente hubieran existido política o administrativamente.
Por contra, los territorios de la Corona de Aragón, sí habían tenido esa entidad e individualización “regional”, aunque tampoco la provincial.
En lo que respecta a las provincias se hizo siguiendo el criterio de tener territorios de un tamaño parecido, con atención a ciertas particularidades históricas, a una distancia adecuada del núcleo principal, normalmente una jornada a caballo, con zonas montañosas y llano, etc.
La actual división administrativa de España en provincias viene del siglo XIX (casi 200 años) con unas exigencias de aquella época, y con aquellas premisas (caballos y diligencias). Pensamos que aquel proceso ya ha cumplido sus objetivos y que es hora tambien de revisar y adecuar esa división administrativa, ya que 200 años son muchos para que un sistema perviva y teniendo en cuanta las tecnologías actuales, no sería necesarias tantos compartimentos, menos aún en una 'comunidad' como Aragón.
LA DIVISIÓN ADMINISTRATIVA
El largo proceso de división administrativa ya se inició ya con la invasión de los franceses y en las Cortes de Cádiz, y culminó en el año 1833, aunque con algunos cambios en el camino. Como ejemplo, decir que en los borradores había cuatro más: Bierzo, Játiva, Cartagena y Calatayud, pero finalmente se quedaron sin territorio y sus pueblos fueron repartidos entre las vecinas.
Proyecto de 1822, con Calatayud de provincia |
PROVINCIA DE CALATAYUD
Tratamos el caso particular de la “provincia de Calatayud”, por ser el más cercano. Inicialmente la creación de la esta provincia fue aprobada con 76 votos a favor y 32 en contra, con unos límites territoriales entre los que estaban pueblos incluso del entorno de Medinaceli (Soria) y Molina de Aragón (Guadalajara).
En 1822 ya establecido el marco jurídico, la Diputación de Calatayud fue constituida y la integraban el jefe político, que la presidía, el intendente y siete diputados provinciales provenientes de los diferentes partidos judiciales de la Provincia.
Comenzó a gestionar asuntos y a elaborar documentos y expedientes derivados de su actividad administrativa, pero apenas llegó al año de existencia, ya que Fernando VII derogó este proyecto y todo el proceso quedó arrinconado.
A la muerte de este en 1833, se retomó el asunto de la organización territorial que finalmente quedó aprobado, casi en los términos que conocemos hoy, aunque ha habido algunos retoques de los cuales vemos los más próximos.
Dicha división produjo rechazo en algunos ayuntamientos del Bajo Aragón, ya que incluía la comarca de Caspe en la provincia de Teruel, y tras los “debidos ajustes” fue incorporada a la de Zaragoza. Pero como nada es gratis, a cambio, la comarca de Calamocha que estaba asignada a Zaragoza, fue traspasada a la de Teruel. Sin embargo a Teruel no pertenecían los pueblos de Mirambel, Cantavieja, La Iglesuela, Mosqueruela, Puertomingalvo y San Agustín, todos ellos asignados a Castellón que en otro proceso si se agregaron.
Estos ejemplos pueden servir a muchos para revisar 'su identidad' y ver como algunos lugares que hoy podrían estar y ser aragoneses de pura cepa desde tiempos inmemoriales, ahora son castellanomanchegos o castellanoleoneses de toda la vida. O más próximos, ver a los caspolinos como turolenses y a los jilocanos como zaragozanos... o casi todo el Maestrazgo asentado en la provincia de Castellón.
Pero gracias a este proceso colonizador de los medios, de esta moda de ser más y mejor que los demás o tener unas raíces o signos más profundas y más significativas que los otros, todo ello ha derivado en una seña de identidad normalizadora y excluyente, que ha englobado infinidad de singularidades.
En 1822 ya establecido el marco jurídico, la Diputación de Calatayud fue constituida y la integraban el jefe político, que la presidía, el intendente y siete diputados provinciales provenientes de los diferentes partidos judiciales de la Provincia.
Comenzó a gestionar asuntos y a elaborar documentos y expedientes derivados de su actividad administrativa, pero apenas llegó al año de existencia, ya que Fernando VII derogó este proyecto y todo el proceso quedó arrinconado.
A la muerte de este en 1833, se retomó el asunto de la organización territorial que finalmente quedó aprobado, casi en los términos que conocemos hoy, aunque ha habido algunos retoques de los cuales vemos los más próximos.
Dicha división produjo rechazo en algunos ayuntamientos del Bajo Aragón, ya que incluía la comarca de Caspe en la provincia de Teruel, y tras los “debidos ajustes” fue incorporada a la de Zaragoza. Pero como nada es gratis, a cambio, la comarca de Calamocha que estaba asignada a Zaragoza, fue traspasada a la de Teruel. Sin embargo a Teruel no pertenecían los pueblos de Mirambel, Cantavieja, La Iglesuela, Mosqueruela, Puertomingalvo y San Agustín, todos ellos asignados a Castellón que en otro proceso si se agregaron.
Estos ejemplos pueden servir a muchos para revisar 'su identidad' y ver como algunos lugares que hoy podrían estar y ser aragoneses de pura cepa desde tiempos inmemoriales, ahora son castellanomanchegos o castellanoleoneses de toda la vida. O más próximos, ver a los caspolinos como turolenses y a los jilocanos como zaragozanos... o casi todo el Maestrazgo asentado en la provincia de Castellón.
Pero gracias a este proceso colonizador de los medios, de esta moda de ser más y mejor que los demás o tener unas raíces o signos más profundas y más significativas que los otros, todo ello ha derivado en una seña de identidad normalizadora y excluyente, que ha englobado infinidad de singularidades.
Asi eramos en aquellos tiempos... o no? |
No lo olvidemos, todos somos diferentes, todos somos singulares, aunque en el fondo “…la finalidad de las delimitaciones no es científica, solo es para permitir el control de las gentes…”, que diría el Gran Hermano. Esa es la verdadera y más importante razón para la organización de los territorios.
Y tampoco olvidemos que alguna vez todos hemos sido emigrantes, nosotros o nuestros antepasados, todos hemos venido y todos nos iremos.
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